--------------Cuando no se le ayuda a la verdad, la mentira se impone (y sus daños).

miércoles, 14 de octubre de 2015

NO SER INDIFERENTE ES:

-  Ser consciente de que únicamente las cosas mejoran si se reconocen los errores.
-  Estar comprometido en mejorar las cosas a través de los valores éticos.
Comprender que, para mejorar las cosas, los actores de esas cosas -o sea, los seres humanos- tienen que cambiar, no mantenerse como actores incambiables o en lo mismo.
Tener una voluntad inquebrantable para amar la verdad -la que se busca con solo esfuerzos racionales-.
PRINCIPIOS DE LA SENSATEZ

Cualidades a las que se debe recurrir:

– Tolerancia (permitir las condiciones de naturaleza y de libertad -en el contexto de los derechos humanos- de los demás, nunca impedirlas ni agraviarlas).
– Que tus actos respeten los derechos humanos y, puesto querespeto es prioritariamente valorar cualquier dignidad, reconocer lo que cada ser humano mejora con sus explicaciones contra lo ignorado y con sus acciones.
 Independencia de juicio ante los intereses que se mueven; en cuanto que se mueven por el poder -mediático, sociopolítico o económico- que tienen, no por la razón o por unas esenciales necesidades.
– Autocrítica (darte cuenta del error, al que nadie está exento; y darte cuenta de las ventajas que tienes -en recursos y en favoretismo, en trato de clase, de grupalidad o de imagen familiar- en el momento de hacer o decir algo).
– Sentido equilibrado de la protección (comprender que hay que ayudar más al débil, que es el que realmente tiene menos defensa y más desamparo).

Lo que se ha de asimilar en conciencia:

– Que todo ser humano, cualquiera, siente y piensa de una manera estrictamente objetiva o absoluta, siempre con unos conocimientos que la realidad se los ha dado; pero, también, lo hace junto a otrosque no se los ha dado la realidad, sino esos prejuicios que los intereses de una sociedad le han inculcado.
– Que la verdad -o lo que se limita al hecho o a lo que en causa-efecto puede ser un hecho- es una desinteresada honestidad -no una hipocresía o una demagogia- que se consigue -no se tiene- sólo racionalmente; es decir, por un rigor, por un único y inesquivable procedimiento, por un cumplir las reglas imparciales de la razón.
– Que siempre debes ayudar y compensar a los que alimentan la razón (en donde se fundamentan los valores éticos: justicia, paz, amor, solidaridad, etc.), no a los que alimentan la confusión, la indiferencia o la barbarie; en claro, a los que aportan razón, sin “olvidarte” de ninguno de ellos.
– Que la injusticia demostrada, racionalmente demostrada, siempre se ha de decir; como prioridad, pese a quien le pese y, aun, tras las injusticias que se reciban por el bien del decirla.
– Que todo se mueve y cambia; que el mundo sólo cambia por hechos y, también, por los que promueven otros hechos, por los que ayudan a que haya otros pero, sobre todo, por los que ayudan a esos que ya advierten y hacen conocer unos errores porque, esos hechos viables o posibles, sean los más adecuados o los más éticos.

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